viernes, 8 de julio de 2011

Zapatero a tus zapatos

Alejandro Gonzalez

Los medios de comunicación locales, están inundados de propaganda que dice y cuentalo mucho que nuestras autoridades hacen por nosotros. Nos muestran obras, logros y objetivos alcanzados, como esperando que alguien les felicite, como queriéndonos hacer sentir que deberíamos estar agradecidos. Es por esto, que nos parece necesario darles un mensaje importante: Señores, todo eso es su obligación, no nos han hecho ningún favor.
No logro recordar desde cuando se ha vuelto costumbre de las instituciones del estado, hacer este escándalo mediático, hacer esta especie de desfile de logros, esta absurda ostentación de obligaciones cumplidas.
Estas ansias de protagonismo, han alejado a las instituciones de ofrecer el apoyo correcto a iniciativas independientes, han olvidado lo que es delegar funciones. Creyéndose omnipresentes pretenden hacerse cargo de todo y gastan (o se guardan y revierten que es peor) los ya escasos recursos destinados a la cultura sin ningún criterio.
Dicen que los seres verdaderamente sabios no dudan en preguntar. Un criterio lógico es que cuando alguien no sabe a cerca de algo, acude humildemente a pedir consejo de aquel que si lo sabe. No obstante – y para aumentarle sazón – tenemos otro síntoma añadido a nuestro síndrome: no sabemos confiar en nosotros mismos.
El ciudadano de Sucre (en realidad el boliviano en general) no confía en la capacidad de sus coterráneos. No creemos en la capacidad, en los proyectos, las ideas o los talentos de nosotros mismos y entonces poco o nada le apostamos a nuestro propio trabajo.
Tenemos andando entre nosotros, artistas reconocidos a nivel internacional, pero eso también mengua – como otro síntoma más – pues muchos de estos personajes migran a las ciudades del eje o a otros países pues en su propia ciudad, ni las autoridades ni el público apoyan su trabajo.
Es que existe también un serio problema con los que terminan dándole el sentido a una obra de arte: el público.
 
 
A veces pareciera que la gente creyera que por haber nacido en la Culta Charcas, ya es culto. Nuestros grandes artistas viven recluidos en pequeños bares, con público contado. Los pocos grandes aciertos trayendo espectáculos masivos de calidad a nuestra ciudad, a veces terminaron no recibiendo el apoyo necesario y esto ha ocasionado que, cada vez con menos frecuencia, alguien se anime a iniciar un emprendimiento de esa magnitud en Sucre.
Ahora bien, si vamos a ser justos, es importante reflexionar también sobre el trabajo del artista chuquisaqueño que se ha acostumbrado – como parte de este enorme circulo vicioso – a no empeñarse lo suficiente en ofrecer un trabajo de calidad, creyendo que eso es equitativo porque en la ciudad no recibe una retribución justa a su talento.
Son contados los artistas que buscan su especialización, su mejoramiento; son pocos los que invierten lo poco que ganan en tomar talleres o asistir siquiera a apreciar el trabajo de otros. Hemos sido testigos de trabajos hechos con muy poco respeto al público y esto – aceptémoslo – va quitando asistentes a los espectáculos de los demás artistas locales.
Más allá de esto, es urgente crear una conciencia crítica en nuestros ciudadanos jóvenes.
Fue increíble escuchar a una profesora de escuela decir: "por qué vienen a perjudicar" cuando se le ofreció hacer una función internacional de títeres gratis en su establecimiento educativo.
Es obligación de los establecimientos educativos, públicos y privados ofrecer posibilidades de una formación completa. Incentivar a los alumnos, especialmente de secundaria, a asistirá a diferentes manifestaciones culturales, expandirá a futuro el espíritu de los ciudadanos de nuestra ciudad. El público se formará entonces como un ser social crítico y reflexivo, volviéndose cada vez más resistente a ser engañados por productos boleros disfrazados de arte.
El ciudadano que tiene capacidad para reconocer un buen trabajo termina por convertirse en un verdadero consumidor de cultura; deja de pesarle sumergirse en los espectáculos y manifestaciones artísticas, deja de
 
 
 
 
pesarle pagar una entrada en retribución a un trabajo bien realizado, deja de pesarle ser un ser pensante.
Es bien sabido que cuando cada quien realiza su labor como es debido, las cosas consiguen ordenarse para beneficio de todos.
Si un público respetuoso y pensante apoya a los artistas de su medio, obliga a sus autoridades a retribuirles correctamente esa labor cultural. Esto termina obligando al artista a mejorar su trabajo y respetar a ese público crítico.
No es labor de autoridades e instituciones el brillar y buscar protagonismos truncando la relación directa que debe haber entre el actor cultural y su público. Su labor consiste en fortalecer esta relación, en facilitar los espacios y requerimientos para mejorar esa reciprocidad armónica entre el creador y el "consumidor".
Es importante recordar nuestras obligaciones, tener claro nuestro rol. Es urgente que las autoridades culturales dejen fluir y apoyen las manifestaciones artísticas; los recursos de la ciudadanía deben ser utilizados adecuadamente
Es momento de darnos cuenta que entre nosotros hay gente muy capaz que desea recibir apoyo en sus emprendimientos. Aprendamos a confiar en las capacidades de los nuestros, aprendamos a apoyar el trabajo de los artistas locales y a no prejuzgar el trabajo de todos ellos por la irresponsable mediocridad de algunos.
Siempre podremos volver a merecernos en verdad ese título de ciudad culta; convirtámonos en un público crítico, gente que en verdad apoya a sus artistas y se desarrolla correctamente en los niveles superiores del ser humano.
*Forma parte del grupo miércoles de ceniza

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