lunes, 29 de octubre de 2012

Zona Sur, LA AERODINÁMICA DE LA FILMACIÓN O LA LEVEDAD DEL SER (Entrevista con Juan Carlos Valdivia)


Por: Carlos Gutiérrez Andrade *

Desde su estreno “Zona Sur“ ha causado impacto en el público que asiste a las salas de cine. Después de los créditos, Sociotopía conversa con Juan Carlos Valdivia avezado director de cine. La conversación
versa sobre los aspectos técnicos de la cinta.

La conversación versó sobre los aspectos técnicos de la cinta. La película es una rara combinación de innovaciones del lenguaje audiovisual y cinematográfico, un guión sencillo, una escenografía ebúrnea, inmaculada que raya en la hipérbole, pero que es una ostentación del sarcasmo más agudo. Una parodia de una elite moribunda víctima de los embates de otras castas más pujantes. Muchas historias contadas a través de un ojo voyeurista: El lente de una cámara que infatigablemente no deja de moverse y de exprimir las vidas de una jailona y sus tres hijos. Dos empleados y un personaje omnipresente: la cámara. Casi se pondría decir que el director se está divirtiendo mucho con ella, haciendo girar su cámara furiosamente por la habitaciones de los personajes. Como las aspas de una hélice, cercenando sus vidas. No hay tomas de primer plano, casi no se ve el rostro de los personajes, pero no las necesitamos. Vemos sus reflejos a través de muchos espejos. Aunque muchas de las actuaciones son baladíes, los diálogos no lo son. Uno puede entrever en esa urdimbre la sombra del complejo de Edipo. Y el cinéfilo ríe de esas bagatelas, pero sobretodo comparte la levedad de esos seres trágicos atrapados en vidas suntuosas pero sosas. Un niño pone el equilibrio en esa comedia y vuela al final con una de las actuaciones más auténticas prometiéndonos mejores derroteros.


Carlos: Juan Carlos, ¿la película en sí no tiene un argumento, verdad?

J Carlos: No hay un argumento tradicional, yo, con esta película, quise romper con la escritura aristotélica de los guiones: Principio, medio, fin y hacer una película diferente. En ese sentido, sí.

Carlos: Me ha parecido que cada paneo era una historia.

J. Carlos: Sí, es una reflexión como de la burbuja, de las esferas, como habitamos en burbujas, bueno, el caso de esta familia, una burbuja bastante cerrada. Entonces, es eso. A veces parece casi documental, o sea estas observando los detalles, la vida de las personas y sus objetos.

Carlos: Una cámara muy espía, ¿Y el niño es muy simbólico, verdad?, lo del techo…

J. Carlos: Sí, yo creo que el niño es el puente, es un niño que ha nacido en Bolivia muchas veces; es el que tiende los puentes, el que le interesa el otro, el que le interesa las otras culturas, el que no está contaminado todavía por las convenciones y un poco el que se libra, quizá porque es el más niño y es una familia sin padre, entonces está ahí solo y por lo tanto crece a sus anchas.

Carlos: Y puedes saber lo de la servidumbre a través de él.

J. Carlos: Sí,

Carlos: Ahora, todo era muy blanco…

J. Carlos: Sí, quería contar esa decadencia en blanco, todo muy blanco, muy pulcro, quizá para darle un contrapunto al observar esa decadencia que se ve en otros detalles…

Carlos: En tono de broma me parecía que más bien al final el auspicio no era de ENTEL sino de Lavandina o de Omo…

J. Carlos: (risas).

Carlos: Donde llevan esas sabanitas que sean…

J. Carlos: …que todo sea tan blanco…

Carlos: Sí, tan níveo, ahora tan bien me pareció que habían tomas helípticas, la cámara gira…

J. Carlos: Sí, todos son planos circulares, yo quería que el espectador tenga, un poco la sensación de que es un reloj, como las manillas del reloj, de que avanzan, avanzan sobre la vida y a estas personas también se les está acabando el tiempo.

Carlos: Bien que dices eso porque en la película había un reloj que no se movía.

J. Carlos: ¿Cuál?

Carlos: En la cocina había un reloj que marcaba una hora y volvía a pasar y era la misma.

J. Carlos: (Risas) Pero en la primera escena se movía.

Carlos: También he podido notar unas  tomas aéreas.

J. Carlos: Están hechas con una grúa en realidad por cuestiones de presupuesto.

Carlos: Es increíble esa parte donde la cámara está siguiendo  el niño en el techo.

J. Carlos: Sí, la verdad que la película tiene unos logros técnicos importantes; debo reconocer a todo el equipo técnico porque diseñaron aparatos especiales para que la cámara se mueva. Realmente todo el trabajo de cámara es impresionante.

Carlos: Está hecha para dos tipos de espectadores: El tradicional que está buscando una historia con la cual divertirse, pero también está el espectador educado en cuanto a cine que está viendo eso y también la historia o las historias. Las innovaciones técnicas.

J. Carlos: Definitivamente es una película no comercial, no para vender pipocas y, te digo una cosa, la hice con mucha libertad, tampoco pensé en los festivales de cine, ni en el público masivo,  por primera vez pensar un poco…

Carlos: Algo experimental.

J. Carlos: Una película bien arriesgada, entones la hice con pocos recursos,  con poca gente, poco tiempo y para mí era importante tener esa libertad porque siento que estaba contando algo importante y  necesitaba tener la libertad para hacerlo. Yo creo que la película es entretenida, pero hay mucha gente que le aburre y, ni modo.

Carlos: Hay partes muy divertidas, muy sarcásticas. El empleado me trae recuerdos de una película: “Lo que queda del día”.

J. Carlos: Ah, claro.

Carlos: Verdad, también estas queriendo mostrar eso. En esa película el mayordomo no tiene tiempo ni para llorar La muerte de su padre y en ésta, el empleado casi, casi no puede salir de su casa, sin embargo va y asiste al entierro donde el ataúd es blanco y su nombre es extranjero, parece nombre de perro.

Carlos: Bueno, sí, Wilson es un nombre extranjero, son las contradicciones que hay en todo. Si, esta película está hablado de una clase social, más que económica, social. Hay un dejo de aristocracia, de cuna, que se están aferrando a esa condición.

Carlos: Decadente.

J. Carlos: Claro, es decadente porque es rancio, porque está un poco fuera de tiempo.

Carlos: Y eso llega a su clímax en el momento en que viene la chola y le ofrece dinero, incluso la humilla, “aquí tengo todo el dinero necesario para que me dejes esta casa para mí” e incluso le dice que va hacer una nueva construcción sobre ella. Ahí está parte de la historia.

J. Carlos: Hay una catarsis en ese momento y a mí lo que me gusta de ésto es que habla de un cambio, de una revolución, pero sin sangre. Es una cosa muy contundente, hay un cambio de élite en el país, el poder económico, el poder político ha cambiado, entonces es un trámite. Yo no creo que la ofenda, la ofende sin querer y hasta se muestra cariñosa con ella…

Carlos: Es muy sutil en ello. En la parte de la música casi no has tenido problemas.

J Carlos: Es un solo de piano. De Carola, de la madre y hay música que hizo Cergio Prudencio, una mezcla de electrónica con instrumentos nativos.

Carlos: Para terminar, ¿quieres contar un hecho curioso que haya pasado en la película?

J. Carlos: Ah, sí, el actor que hizo de Wilson no sabía manejar, tuvo que aprender, pero en una de esas que iba por la carretera, chocó (risas).


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