Por: Omar Alarcón*
A lo largo de la historia se han intentado dar innumerables respuestas a la interrogante siempre abierta de la existencia, de la sociedad, de la naturaleza, del pensamiento, de la conciencia, de la inconciencia, bueno, en fin, del hombre. Y a éstas respuestas le han puesto el denominativo de socialismo, racionalismo, comunismo, positivismo, fascismo, liberalismo, idealismo, conductismo, materialismo, postmodernismo, relativismo, etc. Todos los ismos, sistemas y teorías que podamos recordar. ¿Han mejorado en algo la vida? Es posible. ¿Han habido fracasos? Sin duda alguna. ¿Pero han podido solucionar verdaderamente estas respuestas, la gran oscuridad en que vive todavía el ser humano? Sabemos que no. ¡Bueno en todo caso son luces! diría alguien. Y así es; son luces. La vida es un camino de tierra muy oscuro y largo. Y es tan largo y oscuro este camino que resulta terriblemente aterrador recorrerlo sin una lucecita. Es por eso que el hombre crea estas respuestas-luces y se agarra a ellas como de una linterna. Pero esta linterna es muy pequeña, no alumbra sino un pequeño punto de la realidad. Y hay hombres tan necios que afirman que no hay más luz que en esos pequeños puntos y van y vienen junto a otras personas, siempre en distintas direcciones, con sus linternitas en mano gritando ¡Es por aquí! Y luego hasta sus pasos se pierden en la oscuridad, y hasta las luces se apagan…
Sin embargo es preciso caminar. ¿Hacia dónde? Ojalá lo supiéramos. Afianzarnos como hombres y como seres humanos antes de confiar ciegamente en una pequeña luz dará más seguridad a nuestros pasos. El hombre existe con mucha más fuerza detrás de cualquier linternita-ismo y debemos saber eso. En medio de la oscuridad y del vacío, sus pasos van abriendo un espacio entre la nada…
* Poeta y miembro de la
Editorial Pasanaku
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