viernes, 7 de diciembre de 2012

¿Quiénes queremos ser? Reflejo del censo en las políticas de Estado


Por: Franz Santiago Rodríguez Miranda*
Incesante, así se puede definir de algu­na manera el trabajo que el incansable señor Juan Evo Morales Ayma y su intrépido Álvaro García Linera (o roles al revés , han realizado para la mejora del país. Un nuevo país con una gran visión des­colonizadora, sobre todo desde la raíz de lo cultural, plurinacional, que se basa en un pluralismo que abarca todas las esferas, es decir tiene sus cimientos en lo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico.
Partiendo de la lógica que se encontra­ron en las cifras del Censo Nacional de Vivienda de 2001, que determinaban a la República de Bolivia como un país de mayorías indígenas, además para legitimar su gobierno y también todas las reformas estructurales que se hicieron dentro de la nueva constitución, ahora vigente, que presentaba una nueva visión del país. Falso concepto, puesto que Morales había llegado al poder por medio del ascenso en los sindicatos, luego como diputado de la coca y recién después como ícono indígena.
Entonces examinemos de manera muy resumida lo que sucedió en la coyuntura del Censo Nacional de Vivienda del 2001.
Se parte de dos bases: la primera es la que se ha hecho desde las catego­rizaciones de los censos de indígenas de 1900 y 1950, según rasgos raciales, vestimenta y localización territorial.
La segunda base muestra un pa­trón de auto identificación socialmen­te construida, básicamente cultural.
La pregunta 49, del Censo 2001 referida al origen decía: ¿Se considera pertenecien­te a algún pueblo originario?: La pregunta era nueva. Con ella se buscaba reafirmar al país como su misma Constitución lo decía: multiétnico y multilingüe. Que no fue una pregunta sobre raza, es decir no se podía responder mestizo, boliviano, camba o algo parecido. Si una persona consideraba que no tenía ascendencia quechua, ayma­ra o guaraní, simplemente podía respon­der: Ninguno. Sin embargo parecía que todos querían pertenecer a algún grupo y casi nadie respondió “Ninguno” Cosa que no es coherentemente contrastable con otra pregunta referente al idioma mater­no, que nos muestra algo sencillo pero de gran preocupación a la hora de decidir­se por entrar en una categoría, por ejemplo según el Censo de 2001, un 25% de los Bolivianos se auto identificaba como ay­mara, sin embargo sólo un 14 % aprendió a hablar en ese idioma.
El caso de los quechuas resultó igualmente contrastable, pues el 31 % de los habitantes bolivia­nos afirmaba provenir origina­riamente de este grupo étnico, cuando sólo el 21% hablaba su idioma. Si contrastamos estos resultados a los de la Encuesta Nacional de Identidades Étnicas y Racia­les (ENIER) de mayo del 2004, veremos que cuando se incorpora la condición de mestizo, en las categorías étnicas, sólo el 14% de los quechuas afirma ser in­dígena, es decir que el 69 % de quienes manifestaron ser de origen quechua no abrazaban su etnicidad, y de esta forma se puede encontrar a un sin número de Mes­tizos quechua o aymara parlantes, claro que en porcentajes menos significativos.
Estos porcentajes se deben a la escolari­zación que recibieron los bolivianos como reveló el censo de 1976, como también re­veló que hubo un aumento muy conside­rable de población y que fue mucho más urbano; mientras que en 1950 el total de personas que vivían en los pueblos y ciu­dades era del 34 %, en 1976 esta cifra ha­bía saltado a 50 %. En 1950 solo pasaba por alfabela un 31 % , en cambio en 1976 la ci­fra había pasado al 67 %, con más del 80 % de los niños de entre 10 y 14 años de edad escolarizados. De tal manera que para 1976 el español ya era por primera vez la len­gua mayoritaria de Bolivia, independien­temente de las raíces culturales o étnicas.
Posteriormente se pudo evidenciar un desprecio por lo indígena, en los centros urbanos poblados mayoritariamente por indígenas migrantes del campo, ya que la globalización entraba en boga y todos los políticos hablaban de una modernización del país, la aldea global, además poco a poco fue ingresando el “sueño americano” en las conciencias de las masas por varios medios de comunicación masiva. Siempre se había despreciado a lo indígena en los centros urbanos, pero eran los mestizos y criollos los que lo hacían (durante más de 500 años), en cambio para estas alturas de la historia de Bolivia, había nacido un despre­cio de lo indígena por parte de los propios indígenas ahora parte del cholaje popular.
Si por mucho tiempo ha existido esa negación de lo indígena, esa parcializa­ción a la imagen no indígena; ahora nos vemos en el otro polo, desde la siguiente lógica: “ahora la constitución Política del Estado Reconoce Privilegios a los habitan­tes de algún grupo indígena, y estando a la cabeza un Presidente autodenominado indígena; entonces yo que no soy indíge­na, ni sé hablar ningún idioma indígena, podré auto identificarme como uno, cuan­do me lancen la pregunta en este nuevo Censo Nacional de Vivienda del 2012.”
Obviamente al gobierno le preocupó esta pregunta de singular manera, incluso hubo una gran polémica que regresará en su momento, previo y post, 21 de noviem­bre. Es que el partido en gobierno debe re­afirmarse, ya que apoya a lo indígena, sien­do el presidente un ‘representante directo’ de ellos, produciendo una mayoría tal, sin importar la veracidad, para poder seguir diciendo que representa a una mayoría en el país, a los siempre relegados indígenas.
Fuentes:
-Instituto Nacional de Estadística (INE) del Censo Nacional de Población y Vivienda del 2001.
-Encuesta Nacional de Identidades Étnicas y Raciales (ENIER) de mayo del 2004.
-Historia de Bolivia de Herbert S. Klein.
-Halajtayata de Rafael Loayza.
*El autor es egresado de las Carreras de So­ciología y Derecho de la Universidad San Francisco Xavier

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