sábado, 6 de enero de 2018

EL HOMBRE NEGLIGENTE

"Los hombres mediocres repiten
que es mejor malo conocido
que bueno por conocer"
José Ingenieros. 
Si José Ingenieros viviera en La Paz o cualquier ciudad de Bolivia, se informará de noticias coyunturales, analizará las demandas de los médicos y la influencia de la derecha, oposición y trostkismo en Bolivia, seguro recordaría sus tiempos siendo comunista, en la Argentina de cambio de siglo, en los cuales le toco lidiar con una sociedad mediocre; tal vez para esta época escribiría un libro que pondría de título “El hombre Negligente”.

La negligencia al igual que la mediocridad, son males de una sociedad que tienen una misma raíz, “la dependencia” el sujeto que depende en extremo de terceros para su existencia o que tenga que responsabilizar a fuerzas externas de sus errores propios.

En si la negligencia es resultado de la mediocridad, un hombre mediocre por lo general, será un hombre negligente, o viceversa, un hombre negligente será siempre un hombre mediocre, y con la mediocridad la existencia de los interminables vicios de la sociedad que degradan a la naturaleza humana tales como: la flojera, impuntualidad, indisciplina, irresponsabilidad, dejadez, mentira, individualismo, chantaje, engaño, robo, envidia, la falta de dignidad, de conciencia social, de profesionalismo, etc., en si todo aquello que afecte el correcto funcionamiento del hombre dentro de su rol, oficio y profesión en la sociedad.

Durante casi mes y medio, un sector de la salud expresó su molestia contra el artículo 205 del Nuevo Código Penal, una vez derogado, los mismos médicos empezaron a manifestar que “no es suficiente” y pidieron la abrogación total del Código Penal, respaldados por el sector de Transporte Pesado, Magisterio y el Lic. Waldo Albarracin quién dice representa a Universitarios. Desde entonces se vive un ambiente anárquico que contribuye a reflexiones dadas al dantesco sujeto que se rige por las leyes de la naturaleza más que del hombre mismo. Y ahora los médicos reclaman que se les pague por los días no trabajados y no se hagan responsables de nada de lo que el paro haya afectado.
Uno se pregunta ¿qué pasó?

La demanda dejó de ser una simple reivindicación médica, para convertirla en una punta de lanza de la oposición, toda la derecha, fascismo, trostkismo, y sectores oportunistas se pusieron un mandil blanco y montaron un discurso que en el fondo aqueja y oculta un gran vicio de la sociedad, de justificar ahora cualquier delito, falta, o irresponsabilidad de la manera más impune.

Hace unos días se allanó una broastería en la ciudad de La Paz, había quejas de los clientes por el olor insoportable, la intendencia municipal al entrar en la cocina y dependencias descubrió un balde con heces fecales y un ambiente nauseabundo, al consultar a los empleados, indicaron que el negocio no tenía baño. Alguien se preguntará ¿Cómo dieron licencia de funcionamiento a un lugar de expendio de alimentos sin que tenga baño?. La respuesta es negligencia de la Alcaldía.
Para fiestas de fin de año, Cotap Potosí obsequio a sus socios un canastón donde incluía un bidón de jugo natural, muchos de los consumidores tuvieron malestar y vómitos, nadie se percató de que el producto no tenía registro sanitario, y causo daño a la salud, todos se echaron la culpa. ¿quién compró un producto sin licencia sanitaria? ¿Por qué un producto se vende de manera legal si no tiene el registro sanitario? ¿Por qué el Senasag no decomisó a tiempo ese producto? Seguro ahora con la derogación del artículo y el ambiente de cultura negligente que se tiene, nadie tendrá la culpa.

Pasa lo mismo en la sociedad, la demanda de los médicos sólo ha despertado al hombre negligente que existe en Bolivia, la justificación casi completa de cualquier situación dónde se evidencia algún acto delictivo, la misma deba de quedar impune o absuelta de sanción o castigo. Los médicos son vanguardia del hombre negligente en Bolivia, se han escudado y es más han creado una cultura de hacer creer que todo boliviano no deba de ser controlado, ni sancionado, que no necesita del Código Penal, que la sociedad está bien como estaba antes en épocas de neoliberalsimo. Que los únicos culpables son el gobierno, que la negligencia es un valor que se tiene que defender con todas las huelgas y paros posibles, de justificar y hasta decir que todo profesional está siendo amenazado porque si no hace bien su trabajo entrará a la cárcel.


Aquí dos fieras libran su batalla, el hombre negligente y el hombre nuevo de la sociedad boliviana, el primero busca atávico girar en su misma órbita, sin que nadie lo moleste, prejuicioso y con miedo al cambio, lucha atemorizado de una reyerta que puede poner en juicio lo que ha mantenido oculto siempre “su mediocridad”. El otro es el impulso hacía una sociedad de nuevo tipo, de pasar a un eslabón dónde se encuentren nuevas contradicciones y nuevos retos, de alcanzar y elevarse por encima del detrimento de sociedad mediocre, de saber que no existe mayor aprendizaje que el esfuerzo, sacrificio, y exponerse a las tareas más duras y complicadas por mantener un espíritu digno y enaltecido. 

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