Tenía prisa, la
fila se había detenido, trato de no angustiarse y reparar lo mal pensante que
le hace encontrarse con ciertos desordenes sociales. Pensó en la burocracia,
que perjudica a muchas personas que al igual que él, tienen que soportar el
maltrato y la eterna mala voluntad de los que trabajan como funcionarios
públicos, administrativos de la Universidad. Quienes, ostentando su rutinario
trabajo, en ese contacto directo e interpersonal que les hace tener inmediación
con el otro, y dejan ver sus molestias que reflotan en esas miradas
detestables.
Ya media hora
después la fila apenas había avanzado cuatro lugares, a modo de volver a la
realidad el Sociópata (Pedro) trato de visibilizar al administrativo
responsable de la atención de esa ventanilla que inexplicablemente se detenía y
avanzaba con la lentitud de quien no tiene nada más importante que hacer con su
vida... Y lo observó hablando por teléfono ameno, totalmente ajeno a las
miradas hirientes que lanzaban los desesperados estudiantes quienes rumoreaban
roídos de impotencia, pero el administrativo indiferente a los demás colgó el
teléfono dando cierta esperanza de renovar la atención desesperada de los que
hacían la larga fila. Y atendió a los que estaban ahí, con cierta fortuna les
vendió algunos timbres y formularios, ya al avanzar algunos puestos más el dejó
ver su tranquilidad amasada con molestia e impotencia.
Ya faltando
apenas tres lugares para que sea atendido el administrativo inexplicablemente
se detiene y sale de la ventanilla, pide al guardia de seguridad privada que le
de una mirada a su oficina mientras se pierde por un rincón del pasillo.
Luego de casi
una hora de que se haya perdido, el administrativo vuelve a su ventanilla con
la camisa acariciada con un notorio punto naranja y los labios rojizos. Eran
más que obvias las pruebas de su festín lujurioso de la salteña de media
mañana, y Pedro el conteniendo su profundo malgenio, hizo adormecer sus
impulsos coléricos y esperar que por lo menos le consuele la fila que avanzaba.
De unos
instantes fue llamado por el administrativo quien le preguntó en forma directa
-Joven por favor me da su Carnet Universitario-. Sorprendido busco entre los
bolsillos del pantalón, de la camisa y la mochila que traía puesta y con una
mirada y gestó misericordiosa le dijo –creo que olvide traerlo, no pueden
atender soy universitario-, el administrativo sin muchos reparos respondió frío
y sobrio –Lo siento joven sin su carnet no se puede hacer nada, vuelva a la
tarde, ahí le atenderemos, mientras deje que pase el siguiente-
Pedro enfureció,
levanto los brazos, tomo del cuello al administrativo y le dijo –¡Sabe qué...!
¡maldito burócrata! ¡tengo una dinamita en la mochila!, Y VOY A ENCENDERLO.
¡¡Todos vamos a morir!!, y usted será el primero que se ira conmigo!, me lo
llevare a usted primero. ¡¡¡Todos vamos a morir!!!- El administrativo asustado
dijo –Cálmese joven, tranquilícese... le vamos a atender, no cometa una
locura-. Miro alrededor un silencio extraño que le hizo volver a la cordura,
miro asustado al oficinista, lo soltó y trato de tranquilizarse, recobro la
razón y le dijo - Ah mmm va disculpar señor, va disculpar mmm… ah si mi carnet,
no se preocupe lo traigo por la tarde y salió presuroso.
Sucre, 30 de agosto de 2017
Por: Fernando Flores Zuleta )
Microrrelato 01 / Publicado en el Periódico el "Libertador" suplemento "Liberarte"
El sociopata
Microrrelato 01 / Publicado en el Periódico el "Libertador" suplemento "Liberarte"
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