viernes, 8 de julio de 2011

Mayo 2011 (Sociotopia).- Es de vital importancia descubrir con mucha perspicacia ese mundo interior de cada niño o joven durante su formación integral y no juzgarlo a priori de mediocre, retrasado o de oveja negra cuando no tenga un buen rendimiento en sus estudios. Ya que su hijo puede ser un gran "genio universal". Cuando Albert Einstein comenzó sus estudios, los profesores pronosticaban que sería "uno más del montón". Y es que, el hijo del comerciante Herman Einstein y de Paulin Koch tenía problemas para aprender y detestaba memorizar las lecciones; perdió el examen de admisión a la Universidad de Zurich y el día que se matriculó a estudiar pedagogía aplicada a las matemáticas y a la física, los maestros le decían: "¿Por qué estudia usted precisamente física y no medicina o jurisprudencia?". Ante lo cual respondía: "porque me falta talento para esas materias". ¿Por qué no intentar por lo menos con física?. Y el intento no le falló.
No fue un gran estudiante, sus notas ni siquiera alcanzaron el promedio de un asistente, pero en cambio se distinguió como Profesor Universitario. La Universidad de Zurich, que lo rechazó cuando se presentó como estudiante, lo llamó para que integrara su nómina de profesores. Obtuvo veinticinco títulos de Doctor Honoris Cause, recibió el premio Nóbel de Física. Al interrogarlo un día acerca de su talento, Einstein contestó: "Yo no tengo ningún talento especial, yo sólo soy apasionadamente curioso".
Einstein meses antes de morir (18 de abril de 1955) manifestó a un amigo: "Yo cometí en mi vida un gran error cuando escribí la carta al presidente Roosevelt en que le recomendaba la producción de la bomba atómica". La Teoría de la Relatividad marcó la revolución sistemática de los conceptos básicos de la física. Otro genio fue Isaac Newton, un alumno retraído y nostálgico, de no haber sido por la intervención de un tío suyo, Isaac Newton se habría quedado como un agricultor cualquiera, pues su madre así lo deseaba y, tal vez, el mismo Newton también, a quien en la escuela primaria los maestros siempre lo vieron como un niño retraído, raro, muy susceptible y nostálgico, que elaboraba sus propios juguetes.
Se mantenía en casa y en la escuela, en los rincones construyendo, en miniaturas, las máquinas que veían en los grabados. El examen de admisión que presentó en Cambridge fue regular, sin embargo, dado su interés por las ciencias exactas, a los cuatro años de estar en esa institución, el profesor de matemática cedió su cátedra, un año después recibió el doctorado. Dicen que la caída de la manzana sobre su cabeza, mientras descansaba debajo de un árbol, le dio la idea de la gravitación universal. Realizó estudios acerca de la naturaleza de la luz, el cálculo infinitesimal y la ley de la gravedad y la aerodinámica, etc.
Otro genio fue Thomas Alva Edison, como estudiante fue expulsado tres veces de la escuela y casi siempre ocupaba el último puesto en la clase. Detestaba las matemáticas y todo aquello que no tuviera aplicaciones prácticas, en la vida le era completamente indiferente. A los diez años construyó su primer laboratorio, donde inventó el telégrafo doméstico. Antes de morir el 18 de octubre de 1931, alcanzó a dejar cerca de 2.000 inventos, entre los cuales están el fonógrafo, el micrófono, el cine sonoro, la máquina de escribir, la batería alcalina y la bombilla eléctrica. Y Louis Pasteur, fue mediocre en química y matemática. Su pasión eran las bellas artes y su sueño era la carrera artística.
Albert Einstein, un estudiante mediocre
Poco antes de morir, Eistein escribió en una carta: "Mis padres estaban preocupados porque aprendí a hablar relativamente tarde. No sabría decir qué edad tenía, pero seguro que no menos de tres años". Él mismo rompe el mito del mal alumno cuando asegura: "Mi flaqueza principal estaba en mi escasa memoria, especialmente en cuanto a textos se refiere. Solo en física y matemáticas me hallaba, gracias a mis esfuerzos personales, más adelantado que el resto"
La verdad es que Einstein, más allá de las ciencias exactas, no era buen alumno. Cuando sus padres abandonaron Munich con rumbo a Italia, dejaron al joven Albert, de 15 años, para que terminase su ciclo lectivo. Ese fue quizás su peor periodo como alumno. Años mas tarde escribió: "La razón principal era el método pedagógico, aburrido y mecánico. Dada mi escasa memoria para las palabras, este método me creaba serias dificultades que me pareció insensato intentar superar. Prefería entonces soportar todo tipo de castigos antes que aprender de memoria". Y es que Einstein ya actuaba como un científico al buscar el "porqué" de los hechos y chocaba con el autoritario sistema educativo alemán de la época.
Fue famosa la exclusión en su intento de ingreso en el Politécnico de Zurich cuando tenía 16 años. Fue declarado "no apto". Se sabe que completó las pruebas de física y matemáticas de forma asombrosa, pero en las áreas humanísticas falló y debido a esto fue reprobado. Pero esta misma incapacidad para ajustarse a las normas y su constante curiosidad fueron seguramente las que lo llevaron, a los 16 años, a elaborar en un escritorio las ideas principales que luego lo conducirían a la teoría de la relatividad.
Y hablando de su escritorio, encontré en el archivo fotográfico de la revista Life unas fotografías del desordenado escritorio de Einstein en su oficina de Princeton, publicadas por la revista en 1955.
En ellas podemos contemplar una pizarra llena de ecuaciones, un montón de revistas viejas y hasta su propia pipa abandonada sobre uno de los cuadernos. Un tintero, algunos libros, un ejemplar de una revista de Filosofía y hasta un cenicero de cristal. Bajo los montones de papeles se atisban bolígrafos perdidos y cartas sin abrir, documentos que quizá contengan la clave de la teoría unificada, en la que invirtió sin éxito los últimos años de su vida.
Sobre las ventajas e inconvenientes de tener un escritorio desordenado se ha escrito mucho, y hay quien considera que el caos puede ser más productivo que un orden demasiado estricto.
* Artículo publicado en Internet.

Por: Luis Covis*

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